El insólito viaje de Georgina Ayala se trata de una de las novelas más surrealistas que he leído. A lo largo de sus páginas conocemos a Georgina, una joven de 25 años que vive sobre protegida por sus padres desde sus primeros segundos de vida. Este hecho hace que se encuentre totalmente desorientada tras la repentina muerte de sus progenitores. A lo que se suma el poco apoyo que recibe de su entorno.
Después de años de escuchar las historias de su madre, que hablaban de un affair que tuvo con un actual actor de Hollywood, Georgina decide emprender su búsqueda, con la firme convicción de que es su verdadero padre. Tal es así que empieza a mensajearlo.
Hasta entonces yo pensaba que se trataba de una historia relativamente normal. Que Georgina verdaderamente se estaba mensajeando con el que creía su padre, George Maine. No obstante, empecé a sospechar que la historia no era lo que yo pensaba en el momento en el que ésta fue a recogerlo al aeropuerto. Momento en el cual en lugar de recoger a una persona, a lo que recogió fue a un cartel publicitario con la imagen a tamaño real de George Maine.
A partir de ahí, nuestra protagonista se ve involucrada en situaciones de lo más peculiares. Juntos, emprenden un viaje a Las Vegas, donde se ven involucrados en un robo y acosados por la mafia. Es allí donde Georgina conoce a Rata, un personaje nada deseable a primera vista del que se siente atraída irremediablemente.
Sí que es cierto que a lo largo de su lectura ha habido momentos en los que las extrañas situaciones que nos describe la autora me han causado risa, solo de imaginar el surrealismo de las mismas. Como por ejemplo el momento en el que Georgina va junto con George a sacar los billetes de su próximo viaje, o los múltiples momentos en los que habla con desconocidos acerca de la existencia real de su padre de cartón.
No obstante, el carácter tan rocambolesco de la historia me ha impedido conectar con la misma y con los personajes.
FRASE DESTACADA
- “Uno no puede escapar de la vida, a veces ni siquiera puede cambiarla, lo que sí podemos y debemos hacer es vivirla; cada uno a su manera, cada uno buscando una forma que nos haga ser felices o al menos nos permita estar contentos”.
Verónica.
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