Cuando este libro llegó a mis manos, quedé sorprendida gratamente por su preciosa portada. Tengo que reconocer que soy de las que me dejo encandilar por las portadas de los libros y sabía que me encontraba ante un libro diferente en muchos sentidos.
El habitante de las estrellas nos muestra una visión amplia y totalmente fascinante de ciertas facetas de la vida. A través de las vivencias del niño Justo, a sus ocho años, se nos descubre un mundo que transciende de lo común y lo mundano y va más allá de las sensaciones terrenales. Temas como el amor, la muerte, la familia... son tratados por Justo desde una perspectiva inocente, filosófica e, incluso, metafísica. Desde su “pequeño reino”, Justo observa a su alrededor, despierta a través de sueños y sensaciones, tratando de minimizar una situación social y familiar que no es fácil en la época franquista. Su padre Alberto, su mayor inspiración, le ayuda y fomenta a ello y tiene gran presencia en la compresión ideal de la vida y del mundo de Justo, entre otros personajes influyentes para este niño, todos ellos con algo que aportar a esta historia.