En un tiempo en el que las distopías parecen ponerse de moda, es bueno traer a la luz un clásico de las distopías no tan evidente como pudieran ser los de 1984 de Orwell, o Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
Hablamos de La invención de Morel, del escritor ururguayo, Adolfo Bioy Casares, un verdadero clásico de la literatura hispanoamericana, y de la literatura fantástica en general. Un libro que habla sobre las ansias de trascender que siempre ha tenido el ser humano, la eterna juventud, la inmortalidad, y por supuesto, también habla de amor. Esto es lo que subyace tras una trama relativamente sencilla. El argumento como tal, narra como un fugitivo, ante el temor de que su vida corra peligro, decide viajar a una isla deshabitada para huir, aun a sabiendas de las leyendas que dicen que de esa isla nadie regresa con vida. Al llegar allí descubre que no está solo, que la isla está habitada por un grupo de personas, entre ellas una chica de la que se enamorará perdidamente. Poco a poco irá descubriendo los secretos que guarda la isla y quienes son realmente esas personas que allí moran y de las que tratará de permanecer oculto.