Imagino que cuando naces y mueres habiendo transcurrido toda una vida en el mismo país, con las mismas costumbres e ignorando lo que sucede en otras partes del mundo, la única opción frente a las tradiciones que no compartes es la resignación. Quien se atreve a poner en entredicho las costumbres de cualquier sociedad no sólo es la excepción sino que también será tratada como la oveja negra.
Waris Dirie narra en Flor del desierto la historia de su vida. Nació en Somalia, se desconoce la fecha exacta, pues según ella misma explica en su biografía, en su tribu se ignora el día, la hora y el año en el que viven. Pertenece a una tribu nómada y durante su infancia se dedica al cuidado del ganado desde el despuntar del día hasta el ocaso.
Con total naturalidad, Waris escribe este libro con la intención de transmitir al mundo la situación en que se hallan las mujeres africanas, a través de sus vivencias propias, y las del resto de mujeres de su familia.
El capítulo más impactante del libro es el dedicado a la mutilación genital femenina. No sólo por el hecho de parecerme una práctica apocalíptica sino por la forma en que la autora explica su experiencia. Es un capítulo duro, en más de un párrafo hace tragar saliva.
En mi caso, he de reconocer que al terminar el capítulo cerré el libro y reflexioné. Aún hoy continúo reflexionando.
Estas tradiciones tribales se practican con la finalidad de someter a la mujer. Se crea en las niñas la expectativa de que al serle practicada la ablación van a poder ser mujeres, con lo que se facilita ir extendiendo la práctica. Por ejemplo, la propia Waris explica cómo ella misma ansiaba que llegara el momento, y con tan solo unos cinco años pedía a su madre que le practicaran cuanto antes la ablación, sólo quería ser como su madre y sus hermanas mayores.
Tras la mutilación nadie puede hablar de su experiencia. Waris Dirie me causa admiración por su fuerza y valentía, pues fue la primera persona reconocida internacionalmente que en los medios de comunicación denunció las circunstancias en que se encuentran las mujeres africanas sometidas a las tradiciones tribales.
El libro también aborda una comparación entre la forma de vida en África y en Occidente. Cuando Waris es consciente de que su padre la va a casar a los trece años con un anciano para conseguir algunos camellos, decide huir. Desde ese momento, comienza una lucha por sobrevivir y adaptarse a su nueva forma de vida. Llamó mi atención la anécdota de la primera vez en que Waris orina en un váter, o la dificultad que le suponía averiguar la hora del día en que se hallaba mirando su propia sombra, rodeada de las sombras de los edificios.
Waris logra ser una modelo reconocida mundialmente, a base de esfuerzo y trabajo, pero continúa su lucha por hacer visibles las injusticias que soportan las mujeres africanas, convirtiéndose en embajadora de la ONU y creando su propia Fundación, dejando siempre bien claro lo orgullosa que se siente de su cultura y su país.
En 2009 el libro tuvo su adaptación cinematográfica. Os dejo un fragmento del discurso de Waris en la película. Si tienes cuatro minutos dedícalos a ver el video.
María
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